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Al recibir llamada de derechos humanos, lo llevaron a tirar a Teziutlán
Lo amenazaron con matar a su familia si hablaba

Liberaron a adherente de la Otra, torturado y botado en Teziutlán

“Liberaron” al observador de derechos humanos Javier Islas Cruz
Lo detuvieron, lo torturaron, le intentaron fabricar delitos

Al recibir llamada de derechos humanos, lo llevaron a tirar a Teziutlán
Lo amenazaron con matar a su familia si hablaba

Zapateando.– Uno de los detenidos en el violento desalojo del 14 de junio en Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero fue un observador de derechos humanos. A quien se tuvo por desaparecido varios días, porque no lo incluyeron en la lista de diez indígenas nahuas presos en Villa Aldama.

El observador de la Red Unidos por los Derechos Humanos contó a algunos de sus compañeros en un comunicado escrito que como a las cuatro de la tarde, del 14 de junio, llegó al terreno donde estaban los campesinos y le dijeron que en el llano se encontraban “autoridades de gobierno que habían venido a dialogar”.

Como a las cuatro y media de la tarde, del 14 de junio, les dijeron que ya habían llegado los representantes de gobierno y fueron ahí, “el diálogo duró escasos 15 minutos”.

La postura de “Alvarez” el representante del gobierno era que desalojaran y que después de desalojar, el martes siguiente, instalarían una mesa de trabajo, que el gobernador estaba muy interesado en “darle solución a este problema”.

Los campesinos le contestaron que no dejarían la tierra y esto molestó al emisario de gobierno quien les dio un ultimátum de 30 minutos que no aceptaron los campesinos.

El funcionario Alvarez (Roberto Alvarez Salgado) les amenazó con que “ellos tendrían la culpa de lo que pase”, ya que ellos habían querido solucionarlo “sin ningún percance”. El funcionario comentó que “los dueños de las tierras estaban presionando al gobierno del estado para desalojarlos”.

El funcionario se fue acompañado de policías rumbo a Llano de Enmedio. Solamente quedaron patrullas “como con cinco policías cada una”.
Javier Islas Cruz fue a buscar su vocho blanco, y dejó encargada su cámara fotográfica. Entró una camioneta blanca con vidrios polarizados y se fue contra los campesinos. Luego entraron otras patrullas, los policías iban disparando sus armas.

Javier Islas decidió no correr, alzó los brazos y volteó a mirarlos, aún así le dispararon más ocasiones, luego lo hicieron tirarse al suelo boca abajo.

Lo subieron a una patrulla, le quitaron cartera, cinturón, zapatos y dinero. Todo el camino lo pusieron boca abajo. El oía disparos y les decía que no dispararan que ningún campesino estaba armado, pero le preguntaban “cuántos eran y quién era el verdadero líder”.

Lo bajaron junto a una camioneta y su vocho blanco, le pidieron que identificara de qué dependencia de derechos humanos era, y él dijo que la Red Unidos por los Derechos Humanos AC.

Llegaron más policías y empezaron a golpear a los campesinos con las fundas de los machetes, tirados boca abajo y con los pantalones bajados. Al ver que Javier Islas observaba, lo quitaron del lugar.
Alcanzó a ver más de 100 policías, unas 9 patrullas, un autobús de policía y policías a caballo con unos 10 perros.

Luego lo subieron a su propio coche, junto con tres policías y se empezaron a trasladar a Benito Juárez. El iba manejando y lo hacía ir todo el tiempo en medio de las patrullas.

En Benito Juárez, “en una especie como de cuartel”, los pusieron a todos de rodillas alrededor de una cubeta de agua. Eran 11, los detenidos, dos menores de edad, y cuatro viejitos, el más grade de unos 70 años.

Les hacían lavarse la cara y los llevaban a otro cuatro para preguntarles: ‘¿Quién es el líder?’, y cosas así. Interrogaron como a cuatro.

Los subieron a las patrullas esposados, algunos sin camisa, comenzaron a sentir el cambio de clima, muy frío.

Los metieron a un reclusorio y cerca de las oficinas los pusieron de cara a la pared pidiendo que no voltearan. Los médicos les tomaron el pulso, el indígena más golpeado les dijo que le dolía la espalda y los médicos le contestaron que era “de la cruda que traía”.

A Javier Islas Cruz lo llevaron a un cuarto, lo golpearon en el estómago y lo querían obligar a confesar ser el verdadero líder. Luego lo volvieron a reunir con los campesinos.

En una mesa pusieron: los machetes, radios, pilas, cargadores de radios, camisas negras, sombreros, pantalones y camisas militares verdes, una bandera del EZLN y mantas de la Otra Campaña. Horas más tarde, agregaron cuatro pistolas y ya se las achacaban.

De Gabino Flores, no lo vio, pero sí su mochila y su radio. Los mantuvieron la mayor parte del tiempo cara a la pared, y siguieron los golpes.

Como los campesinos dijeron que a Javier no lo conocían, sino que lo habían visto apenas unos días antes, comenzaron a golpearlo y a decir que ese no era su verdadero nombre. Lo comenzaron a acusar de “adiestrarlos”.

Lo pusieron frente a los campesinos diciendo que sí lo conocían, pero ellos lo negaban y los policías contestaron que de todos modos le iban a “romper la madre”. No había ningún abogado durante la declaración, sólo una secretaria que tomaba notas. Pero le ordenaban qué era lo que tenía que escribir. Javier dijo que los policías dispararon contra ellos, pero a la secretaria le ordenaron que escribiera que ‘dispararon al aire’.
Luego les hicieron una prueba química para ver si ellos habían hecho disparos. Le seguían insistiendo en que él los entrenaba. Y los campesinos en que no lo conocían.

Luego les tuvieron encerrados, les dieron comida y café. Y los siguieron pasando a nuevos interrogatorios y con el médico.

Trataban de que los campesinos acusaran a Javier Islas de “darles ropa militar y entrenamiento”.

Luego a todos los metieron al reclusorio, pero a Javier Islas lo hicieron a un lado. Alcanzó a oír que en el teléfono preguntaban por él, de derechos humanos. El empleado mintió y dijo: ‘está libre desde hace una hora’.

Lo subieron, vendado de los ojos, a la batea de una camioneta negra. Le seguían preguntando por su organización de derechos humanos, por los Dorados de Villa, y si se llamaba deveras Javier Islas o un tal Humberto.

Lo bajaron y lo subieron otra vez a una camioneta. Lo llevaron primero por carretera y luego por terracería, lo bajaron y, al abandonarlo, lo amenazaron con que si decía algo matarían a sus padres y hermanos, porque ‘ya tenían ubicada a su familia’.

Escuchó la camioneta alejarse, y disparos. Se quitó la venda y caminó hacia donde había ruidos de autos, y llegó a una gasolinera de Teziutlán, en Puebla.

El observador de derechos humanos torturado por la policía de Veracruz está ahora en un lugar que considera seguro. envió una carta platicando su experiencia, agradeciendo a quienes se han preocupado por él y pidiendo que sigan hasta liberar a los diez campesinos presos.


En el operativo de seguridad pública contra los Dorados de Villa el 14 de junio detuvieron al campesino Gabino Flores Cruz, vocero de los Dorados, y a Javier Islas Cruz, observador de la Red Unidos Por los Derechos Humanos, ambos adherentes a la Otra Campaña.

El gobierno niega tenerlos entre los presos, por lo tanto, y hasta que no los presenten con vida, los tenemos por desaparecidos y bajo la responsabilidad, en su vida y su integridad fìsica y psicológica, del gobierno de Fidel Herrera Beltrán.

En el penal de “mediana seguridad” dicen tener solamente diez presos:

1. Domingo Francisco Verónica.

2. Pedro Gutiérrez Hernández.

3. Basilio Villa Antonio.

4. Severo Antonio Hernández.

5. Enrique Flores Colarina.

6. Daniel de la Cruz Antonio.

7. Luis Francisco Martínez.

8. Antonio Santiago Hernández.

9. Audencio Santiago Hernández.

10. Alicio Martínez Cruz.

Son campesinos, los detuvieron violentamente por luchar por la tierra, los tienen secuestrados en un penal, Villa Aldama, en Perote, Veracruz, a miles de kilómetros de su tierra, Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, en la Huasteca veracruzana.

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