Mi nombre es Fabiola Domínguez Gómez, tengo 23 años de edad, soy estudiante universitaria e integrante del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS).
En el mes de mayo el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo realizó la Jornada nacional de lucha: Todos somos víctimas del terrorismo de Estado, entre las actividades se realizó un plantón, se hicieron foros, mítines, conferencias de prensa, actividades culturales, etc. mediante éstas se denunció e informó al pueblo en general acerca del fenómeno de la desaparición forzada y de otros efectos del terrorismo de Estado contra el pueblo, en esta jornada se exigió la presentación con vida de los miles de víctimas del terrorismo de Estado.
Como organización nos hemos solidarizado con los familiares de víctimas de este crimen de lesa humanidad para exigir su presentación con vida, por ejemplo nos hemos solidarizado con los familiares de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya detenidos desaparecidos el 25 de mayo del 2007 en el estado Oaxaca; como FNLS también hemos sido víctimas de este crimen, tenemos a nuestro compañero Fidencio Gómez Sántiz detenido desaparecido desde el 5 de marzo del 2016.
Esta jornada de lucha culminaría el 30 de mayo con una actividad de difusión y una marcha popular, por este motivo salimos a manifestarnos en el lugar comúnmente llamada crucero San Pablo en San Cristóbal de Las Casas, iniciamos a las 9:00 a.m. con un volanteo informativo, alrededor de las 9:15 am y 9:30 am más de 200 elementos de la policía municipal, estatal y federal, llegaron con una actitud prepotente, en ningún momento mostraron intención de dialogar, llegaron y nos desalojaron de manera violenta.
Desde que llegaron nos apuntaron con sus armas que lanzan gas lacrimógeno, con insultos nos comienzan a desalojar, minutos después lanzan las primeras pedradas y gas lacrimógeno sin importarles la presencia de mujeres con hijos en brazo, niños y personas de la tercera edad.
En medio del bullicio, logré observar y escuchar a los lejos los gritos de angustia y auxilio de una anciana que no era integrante de la organización quien fue alcanzada por el gas lacrimógeno, ella se dirigía a su domicilio en dirección a la comunidad El Aguaje y me di cuenta cómo fue ayudada por los compañeros.
Ante esta violenta actitud de la policía, retrocedimos para defendernos de las pedradas y el gas, pero nos defendimos como pudimos, me di cuenta cómo algunos compañeros se defendieron para evitar que compañeros mujeres y ancianos no fueran alcanzados por las pedradas y el gas.
En eso, de pronto me percato de varios compañeros heridos y otros con dificultad para respirar, pero la policía no dejaba de disparar gas lacrimógeno, con mis ojos ya irritados por el gas aún logré identificar a un compañero joven quien fue impactado con una pedrada en la cabeza, quien de inmediato cayó al suelo, pero entre todos hicimos lo posible por defendernos.
En un momento cuando llegamos en las cercanías de la comunidad El Aguaje otro grupo de policías comenzó a acercarse con camionetas blancas sin placas y otras de la policía municipal, en ese momento yo y varios de mis compañeros estábamos cerca de la orilla de una barranco, cuando la policía ya estaba muy cerca algunos descendieron de las camionetas y nos dijeron “(…) vengan pues cabrones, hijos de puta, les vamos a dar su merecido”.
Posteriormente comenzaron a empujarnos con sus escudos y con las camionetas nos amenazan con atropellarnos, es cuando por los empujones y la falta de visibilidad creada por la nebulosa de gas me caí al barranco que tenía aproximadamente una altura de 5 metros, así fue como me golpee el pie izquierdo, rodé entre las ramas causándome raspones, golpes en espalda, pierna y brazos.
En seguida me levanté y observé a mis compañeros que también habían caído, nos dirigimos hacia una vivienda que estaba cerca del lugar, su propietaria nos apoyó con agua y asilo, ahí nos concentramos, luego revisamos a todos los que teníamos lesiones, buscamos a más compañeros; pero la señora nos dijo que sus hijas fueron alcanzadas por el gas, externó su preocupación por su esposo quien se encontraba en el trabajo cerca de ahí.
Aquí observé cómo se materializa el humanismo del pueblo al brindarnos la solidaridad sin dudar, sin regateos, porque no aterrorizamos, no somos vándalos, sino hombres y mujeres que luchamos por justicia y verdad para las víctimas; luchamos por el socialismo. Desde estas líneas agradecemos la solidaridad brindada por la familia que nos auxilió.
En eso identificamos al compañero José Luis quien se encontraba lesionado de la pierna derecha con una herida muy grave. En ese lugar nos encontrábamos siete heridos, decidimos salir de la casa por el peligro de ser detenidos o agredidos nuevamente por la policía.
Con ayuda de compañeros nos trasladamos al Hospital de las Culturas en la ciudad de San Cristóbal, estábamos muy preocupados por el compañero José Luis, ya que su lesión era la más grave por la hemorragia provocada por la caída, su lesión fue de tal magnitud que le practicarán una cirugía.
Cuando llegamos al hospital de la puerta de emergencia salió una señorita y nos preguntó qué tan grave estábamos y qué nos había pasado, si éramos las personas del “enfrentamiento”, pero al ver las condiciones de mis compañeros solamente reflexioné en silencio, que no fue un enfrentamiento, sino la barbarie policíaca contra nosotros por exigir la presentación con vida de las víctimas de desaparición forzada y que se detengan los crímenes de lesa humanidad contra el pueblo.
Ingresamos siete personas en el hospital, el más grave el compañero José Luis, fue trasladado inmediatamente y desde ese momento no lo volví a ver, a los demás nos comenzaron a pedir nuestros datos y los motivos del por qué estábamos ahí, algunos compañeros decidimos no decir exactamente el motivo pero si mencionamos que estábamos en la manifestación.
Decidimos eso ante la aflicción de que pudiera constituir un pretexto y retrasar en atendernos, y no nos equivocamos, porque alguien del personal del hospital comentó que con los datos que nosotros daríamos llamarían al ministerio público y dependiendo de eso determinarían si nos atendían y cómo lo harían, esto fue alrededor de las 12:00 y 12:30 p.m.
Minutos después se manifestó ese burocratismo vil, degradante, porque a algunos compañeros les pretendieron negar la atención médica por su lugar de procedencia, o que no tenían seguro popular, que su identificación, etc. pero ante esa actitud del personal médico decidimos exigir que nos atendieran porque nos habían reprimido, incluso, pese a nuestra insistencia la atención del personal hospitalario lo hizo a cuenta gotas.
Minutos después a todos mis compañeros los atendieron, la mayoría les practicaron rayos X para ver la gravedad de nuestras lesiones, en mi caso fue hasta la una de la tarde; a mi regreso vi a uno de mis compañeros con un sujeto, éste les hacía preguntas, supe que a todos los entrevistaron y preguntaron si realizarían alguna denuncia por lo sucedido.
Cuando me acerque al compañero y la persona con el supuesto nombre de Sergio Domínguez quien se presentó como jefe o fiscal del ministerio público, hago mención de que es supuesto porque en ningún momento se identificó; nos reprime la policía y aun se atreven a amenazarnos en el hospital, de ese modo nos re-victimizan, pero sus amenazas no se quedaron hasta ahí.
Esta persona le dijo al compañero que ya se fuera del hospital si había sido dado de alta, porque tal vez cambiaban de opinión y decidían detenernos por haber participado en la manifestación, yo le respondí que ninguno de los que nos encontrábamos nos retiraríamos hasta ser atendidos todos y hasta que salieran los otros compañeros en ese momento le pide al otro compañero que se fuera y que quedaría conmigo para la entrevista.
Al quedarnos solos, me dice que su comentario no era de mala fe sino una recomendación y no una amenaza, porque ya había pasado por esta situación, me pregunta por qué estábamos bloqueando, me pidió datos míos y me preguntó si haría una denuncia, al final me dice que si por algún motivo necesitábamos de su ayuda nos dejaba su numero telefónico es cuando supe que se llamaba Sergio Domínguez.
Minutos después nos enteramos que tres de los siete compañeros lesionados se quedarían internados porque tenían heridas graves y necesitarían de una cirugía por traumatismo. A todos habían atendido y dado de alta a otros compañeros, pero en mi caso aún no me decían nada, 5 minutos antes de las 4 pm me dieron respuesta de mi lesión, después de insistir en cuatro ocasiones.
Por la magnitud de los saldos de la represión, en la mente del personal médico asimiló la causa de nuestra presencia en el hospital, porque cuando el médico previo a explicarme la dimensión de la lesión en mi pie izquierdo, preguntó a una enfermera, quiénes hacían falta, ella responde que “sólo una paciente del conflicto”, refiriéndose a mí. Sin embargo, fue hasta las 4:10 p.m. que me dieron de alta, hasta ese momento me suministraron un analgésico.
Nuevamente como organización fuimos victimas de la represión que el Estado implementa contra organizaciones independientes, solidarias con las causas justas del pueblo, entre éstas la exigencia de justicia para las víctimas de los crímenes de lesa humanidad como las desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura.
Es claro que intenta acabar con la lucha del pueblo que defiende y exige sus derechos, una vida digna y protesta contra el terrorismo de Estado. La fuerza con que golpea al pueblo es cada vez más violenta y porque no le importa la presencia de bebes, niños, mujeres y ancianos, porque lanza con brutalidad a sus fuerzas represivas.
Con la actitud antipopular y represora que asume el Estado en respuesta a las demandas del pueblo, éste viola derechos humanos y constitucionales, entre ellos nuestro derecho a la vida, justicia, verdad y a la protesta.
También demuestra que el respeto a los derechos humanos no es prioridad del Estado y mucho menos de instituciones que dicen defenderlos, como el caso de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que nos negó la atención a sabiendas de que mediante la represión atentaron contra nuestros derechos y libertades políticas.
Con represión y crímenes de lesa humanidad el gobierno pretende callar la exigencia de presentación con vida de los detenidos desaparecidos y de expresión de protesta, ante esta situación la única manera de resolver nuestras demandas, es por medio de la organización independiente con actitud combativa y la unidad del pueblo.
No podemos quedarnos callados, sin hacer nada, porque la lucha es de todos los explotados y oprimidos, entonces, detengamos los crímenes de lesa humanidad con organización combativa.