Nuevamente hago acto de presencia, soy la mama de Virginia y Daniela, soy indígena triqui de San Juan Copala al cumplirse 7 años de la desaparición forzada de mis hijas, vuelvo para exigir al gobierno del estado respuestas sobre la investigación en el caso de Virginia y Daniela.
Cuando me case, tuve la fortuna de ser madre, entre ellas a Virginia y Daniela, mientras estaban pequeñas las tuve bajo mi protección y guía, veía en sus rostros la mirada inocente, ignorando lo que pasaba en nuestro pueblo.
Nuestras vidas continuaban a pesar que los conflictos en nuestras comunidades eran muy fuertes, las emboscadas eran constantes, lo que ocasionaba que nos refugiáramos en nuestras comunidades por el miedo.
Cuando solo existían la UBISORT y el MULT, los hombres cuidaron siempre no involucrar a las mujeres y niños en el conflicto, esta situación pudo darnos cierta tranquilidad pero siempre existía el riesgo de una bala perdida, no obstante continuamos realizando nuestras vidas y actividades.
Cuando aparece el MULTI recrudece el ambiente de la violencia, porque se dan más muertes y se empieza a generar una ola de desapariciones, violaciones en contra de nuestras hijas las cuales se vuelven un botín de guerra.
Es, en estas condiciones que nuestras familias se fragmentan aun más por el miedo, la incertidumbre, el dolor, la desesperación, de no saber cómo proteger o defender a nuestros hijos de sus captores.
Los problemas entre las organizaciones se tornaba más violento por la disputa del control político, en mi ignorancia sobre el tema tratamos de continuar con nuestras vidas aun con sus limitaciones.
Mi hija Virginia, logro salir adelante con sus estudios, aun con nuestras carencias económicas, logro obtener su certificado de bachillerato, Virginia era una muchacha muy entusiasta, vivía con mucha ilusión, cuando tuvo la oportunidad de entrar al magisterio su sueño era regresar a nuestro pueblo para dar clases a los niños triquis y ser participe en el desarrollo del intelecto para que aspiraran a un mejor futuro.
Daniela estaba en la secundaria, una adolecente que soñaba algún día con tener un trabajo digno y regresar a nuestra comunidad de El Rastrojo, Copala, todos estos sueños se derrumbaron, desaparecieron como lo que les sucedió a mis hijas, hoy sigo con mi esperanza de encontrarlas vivas de poder abrazarlas de no dejarlas ir nunca más, pero este dolor no me deja respirar, exijo respuestas a la Procuraduría General de Justicia del Estado, para que me digan en donde están mis hijas, ellas desaparecieron el jueves 5 de julio de 2007 y hasta el día de hoy no tenemos noticias de su paradero.
Como cada año hago acto de presencia a nombre de Virginia y Daniela vengo a exigir justicia, vengo a exigir el castigo a los responsables, vengo a exigir que me entreguen a mis hijas, quiero que las autoridades correspondientes hagan justicia.
¡Hijas mías! Daniela y Virginia, con todo este dolor en mi corazón, seguiré luchando, seguiré caminando, no me importa si el camino es largo o corto se que en ese andar encontrare muchos brazos que nos cobijaran y se unirán como la han hecho en los años anteriores hasta que encontremos respuesta y justicia.
Vuelvo a recalcar que nuestro huipil rojo es el símbolo de nuestra esperanza porque la mariposa que está ubicada sobre nuestro pecho, es el símbolo de libertad de muchos sueños que algún día se podrán convertir en realidad.
¡Daniela y Virginia si no están ustedes, no estamos todas!
¡Hasta la Victoria siempre!
5 de julio de 2014