Por Xilonen Pérez y Heriberto Paredes
Salvador Reyes Martínez, trabaja para una fábrica de pinturas en Ecatepec, le gusta el deporte y la música punk, es el sostén económico de su esposa y dos hijos, nunca ha recibido una queja en su trabajo. Fue detenido arbitrariamente el 2 de octubre durante la manifestación del 45 aniversario de la masacre de Tlatelolco en 1968; se le acusa de ataques a la paz pública, ultrajes a la autoridad y daños en propiedad ajena con el agravante “en pandilla”. Jorge Martínez Arreguín, juez 40 de lo penal, ha decidido por consigna, dictarle auto de formal prisión sin derecho a fianza (por el agravante) por lo que Salvador llevará su proceso en prisión.
Su padre, don Serapio, comentó afuera del Reclusorio Norte: “tal vez Salvador se percató desde hace mucho tiempo de que las cosas no van bien, de que las injusticias se multiplican diario y de que las personas que más trabajan y más padecen son las que menos reciben. No hablo sólo de dinero, también de respeto y oportunidades para construir su vida libremente.”
Escucha a Salvador desde el Reclusorio, entrevista realizada el 8 de noviembre de 2013.
Fui solo, como todos los años, a la Plaza de las Tres Culturas. A la altura de Bellas Artes fue cuando empezaron los disturbios. Me eché a correr y me tuve que tapar el rostro por los gases que echaban los granaderos directamente en la cara de los manifestantes. Incluso a mi me echaron en mis ojos y en mi nariz.
En el momento del encapsulamiento yo me replegué a una pared con varia gente que iba pasando, con reporteros y todos nos pusimos de acuerdo en levantar las manos para que vieran que no estábamos en los disturbios, no íbamos robando ni haciendo nada pero por mi forma de vestir, sí, llegó el granadero y me mentó la madre y me dijo “camínale” (…) Luego se acercó una chica y me tomó una foto y me pidió mi nombre, no se lo quise dar, le dije “acredítate”, fue cuando me golpeó el granadero en el pecho con su escudo y me dice “te estoy diciendo que le contestes y bien”. Fue muy arbitraria e injusta la aprehensión. Digo, había mucha gente que sí estaba robando, rompiendo vidrios (…) y los que no participamos dijimos “¿por qué nosotros?”.
Cuando nos trajeron aquí a la delegación Gustavo A. Madero, se subió un comandante, no recuerdo su nombre pero nos seleccionó a ocho personas y nos designó un policía, y les dijo “mira, este es tu chambelán, tú lo cuidas, tú me respondes por él, si se te llega a escapar o una cosa así, tú pagas”. Y yo tuve dos cambios de chambelán, que se hablaban por claves que yo no entiendo, y antes de que se fuera el primero, me tocó el hombro y me dijo “ni modo, chavo, ya te chingaste, ustedes ocho van a pagar el desmadre de los otros”.
Y sí, de hecho sí estamos aquí por pagadores porque nos tachan de pandillerismo y todo eso. Y de los otros siete individuos que se encuentran conmigo no los había visto nunca, no los conozco, no sabía a qué se dedicaban hasta que luego ya hicimos convivencia.
(…) dicen que nos vamos a quedar aquí aproximadamente seis años para que le den un escarmiento a los revoltosos y para que la gente no pueda salir a manifestarse libre y pacíficamente.
Se me hace injusto y feo que me hayan separado de mis hijos, porque la verdad son mi adoración y no tengo palabras para decir lo injusto que se me hace que me hayan arrebatado varias cosas de mi vida.
Soy inocente de todos los cargos que se me imputan, nunca he estado en pandillas ni he robado. No tengan miedo de salir a manifestarse porque es un derecho que tenemos como sociedad.
Son tres causas las que se están llevando a cabo entre los ocho presos de aquel dos de octubre. Uno de ellos, donde se encuentra la mayoría, incluye a Salvador Reyes Martínez, Adrian Gutierrez Miguel, José Daniel Palacios Cruz, Ilia Adad Infante Trejo, Iribar Ibinarriaga Ramírez y Victor Efrén Espino Calixto son procesados por daños a establecimientos comerciales en Reforma 87. Cámaras de la SSP y de bancos cercanos demuestran que lo sucedido no coincide con la declaración de la parte acusadora, de unos policías que ni siquiera son quienes los detienen.
Además, son acusados de ataques a la paz pública con agravante en pandilla -por lo cual no se les permite enfrentar su proceso en libertad- y ultrajes a la autoridad. Sin embargo, todos ellos han declarado (y coinciden entre sí) que se conocieron cuando fueron rodeados por granaderos y seleccionados como ‘pagadores’ por los desmanes durante la manifestación ese dos de octubre de 2013. En su caso se interpuso un amparo con el cual se lograría que enfrenten el proceso legal en libertad. Hubo una audiencia para ello el pasado 20 de enero, y la espera se prolonga. De acuerdo con la Coordinadora 1DMx,
La comisión que se entrevistó con el juez responsable de dar respuesta al amparo, informó que se cursa un periodo de 45 días para que se emita respuesta; en ese encuentro se expusieron los elementos que avalan inocencia de los presos, además de señalar las distintas anomalías del proceso que llevan a exhibir un castigo político de Mancera para criminalizar a los compañeros, violando el debido proceso y subordinando a la justicia capitalina a las consignas del Jefe de Gobierno.