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Muere en el exilio Sara Salazar, defensora de El Valle de Juárez

Jueves 27 de septiembre de 2018, por Comité Cerezo México

Su exigencia de justicia por el asesinato de cuatro de sus hijos, una nuera y un nieto trascendió fronteras

Doña Sara fue pilar del activismo que la familia Reyes Salazar encabezó contra los abusos del gobierno y operativos militares en la región

Rocío Gallegos | La Verdad

Ciudad Juárez. – Lejos de la tierra por la que siempre luchó y donde sepultó a cuatro de sus hijos asesinados, Sara Salazar Hernández falleció este día en Estados Unidos, donde se refugió tras la persecución que sufrió su familia por su activismo contra los abusos militares en los municipios de El Valle de Juárez.
Su muerte fue confirmada por la agrupación Mexicanos en el Exilio, de la cual fue una activa fundadora en El Paso, Texas, para denunciar desde allá el papel del gobierno mexicano en la violación a los derechos humanos.

“Hoy, ha cerrado una vida de lucha y defensa de los Derechos Humanos: ¡Hasta la victoria siempre Doña Sara! ¡Hasta la victoria siempre Doña Blanca!”, difundió Mexicanos en el Exilio al dar a conocer la muerte de quien fue el pilar de la familia Reyes Salazar.

Al momento de su muerte Sara tenía 84 años. Le sobreviven cinco hijos.

Aun no se tiene los datos de su funeral ni de dónde se le dará sepultura, comunicaron sus hijos a La Verdad, a través de sus representantes legales.

“Sara Salazar sacrificó su vida por la justicia social, proteger la madre tierra y ayudar al próximo”, “fue una luchadora incansable”, “una guerrera, orgullo hispano” se lee en las condolencias que sus allegados dejan junto al mensaje donde Mexicanos en el Exilio da a conocer su muerte.

Sara Salazar era conocida también como Doña Blanca por las protestas que encabezó en 1998 – junto al profesor Manuel Robles y otros activistas de El Valle de Juárez y estadunidenses– contra los tiraderos de residuos tóxicos que el gobierno estadounidense quería colocar en Sierra Blanca.

Años después, junto a su hija Josefina, participó del grupo Los Mosqueteros del Rastrillo que acompañaba a los familiares de las jóvenes desaparecidas a buscar sus cuerpos en el desierto.

Salazar se asentó en el municipio de Guadalupe a donde llegó de Coahuila en 1967 junto con su esposo, Eusebio Reyes.

“Una vez asentados en el Valle, junto con sus nueve hijos formaron una cadena de panaderías y participaron con su comunidad en la solución de múltiples problemáticas” menciona la agrupación que impulsó desde El Paso, Texas.

‘Están acabando con mi familia’

En vida Sara sufrió el asesinato de cuatro de sus hijos, así como una de sus nueras y uno de sus nietos.

“¡Están acabando con mi familia!”, dijo en una entrevista sostenida en agosto de 2010 en un restaurante de la Paseo Triunfo de la República hasta donde llegó a paso lento, acompañada y sostenida de los brazos por otros de sus hijos.

Ocho meses atrás le había matado a su hija Josefina y en ese momento enfrentaba el dolor del asesinato de su hijo Rubén. La fragilidad física mostrada en ese momento contrastaba con la fuerza que emergió de su voz para exigir: “Ahora, lo que quiero es justicia.

En febrero del 2011, otros dos de los hijos de Sara, María Magdalena y Elías, así como la esposa de éste, María Luisa Ornelas, fueron secuestrados por hombres armados que llegaron por ellos hasta el negocio de la familia.

Esto hizo que Doña Sara encabezara protestas y plantones en la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, así como en el exterior del Senado de la República, de donde se retiraron tras encontrar los cuerpos de sus dos hijos y nuera secuestrados.

Tras enterrar a sus muertos, los Reyes Salazar tuvieron que salir de El Valle de Juárez. Salieron de esa región ubicada a unos 53 kilómetros de Ciudad Juárez, que también es disputada por grupos de narcotraficantes, quienes en la última década han privado de la vida a cientos de personas, entre comisarios ejidales, funcionarios municipales y colonos, en su mayoría personas inocentes.

“Nos duele irnos, pero me duele más perder a otro hijo o nieto”, dijo en ese entonces la matriarca de la familia. En 2012 le fue concedido el asilo político junto a sus hijos sobrevivientes.

A penas en octubre del 2017, Sara Salazar regresó a El Valle de Juárez cobijada por activistas sociales para visitar la tumba de sus hijos asesinados.

“Les llevamos flores y cruces” dijo en ese entonces en declaraciones a los medios de comunicación que dieron cobertura a su regreso temporal para honrar a sus suyos y reiterar a las autoridades mexicanas su exigencia de justicia.

Hoy Sara Salazar Hernández murió lejos de la tierra que siempre defendió. Tenía 84 años.

gallegoslaverdad@gmail.com


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