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Carta del Profesor Damián Gallardo Martínez a dos años de su detención arbitraria

Martes 19 de mayo de 2015, por Comité Cerezo México

El salto Jalisco, mayo 2015

Al pueblo de México
A las organizaciones defensoras de derechos humanos
Al magisterio democrático
Compañeras, compañeros, hermanos y hermanas todos:

Hoy a dos años de mi detención arbitraria y mi injusto encarcelamiento, la memoria me anda como un reloj rabioso, “la verdad de la memoria lucha contra la memoria de la verdad”

La cárcel es un enorme árbol que da sombras y frutos envenenados. Quien duerme bajo su sombra abre los ajos a la mitad de la noche pensando que es de día y no es el sol sino una lámpara. Quien vive bajo esta sombra habita en una oscuridad múltiple, muerte sobre muerte: ausencia, distancia, desinformación, aislamiento, violencia, indefensión. Aquí aun que la boca grite solo estará llena de silencio y aun cuando esta misma boca ría, ya no sabrá cómo hacerlo. Quien cae bajo la sombra de este árbol ya no seguirá el camino que llevaba, ni podrá ser el que era. Aquí el tiempo pasa como una araña muda, tejiendo horas y tristezas con simetría psicópata. Aquí, lo único que me salva de la muerte rotunda y verdadera es nuestro corazón, el cual camina y empuña aun que no tenga pies ni manos, cada latido suyo a deshoras, a desdias, y desnoches es una invitación a luchar; mano extendida que palpa y repara el estado de los sueños, que corrobora el curso del viento y constata la flexibilidad de las alas. Hoy sé que tengo el “yo” lleno de gente, que llenan de corazón la esperanza; sé que tengo hermanas y hermanos que tampoco esperan alivio ni perdón, que tan solo buscan ese sol claro y amarillo, vagabundo y dulce que derrita el frio de la injusticia y el olvido.
Desde hace dos años, mis familiares y amigos hemos establecido una lucha desproporcional contra

Los molinos de un sistema judicial carente de la autonomía donde los jueces y magistrados forman parte del engranaje para la perpetuación de la inequidad en nuestro país. Dos años en el reino de las consignas condenatorias, en un juicio plagado de maquinaciones, pruebas fabricadas, en el cual han ignorado a conciencia las violaciones a mis derechos humanos, constitucionales y procesales. Dos años de confirmar que el estado de derecho son palabras huecas, vacías de lado a lado y que su aplicación es tan solo un recurso retorico que los gobernantes en turno emplean para endulzarnos el veneno que nos administran en copa nueva. La realidad es que vivimos en un estado de excepción disfrazada de democracia germinal, donde los eslabones que mantienen oprimido el bienestar de la mayoría de la población, sigue siendo la vieja cadena de la corrupción, explotación, violencia y manipulación mediática.

La obsesiva descomposición social. Política y moral del país se ha profundizado con el retorno del priismo autoritario. El principal desmitificador de la prosperidad “reformadora” es la realidad misma: el baño de sangre negado pero incontenible, el desempleo, el despilfarro electoral, la mojigatería, el hambre, las represiones, la crisis económica, la persecución política, el autoritarismo, los presos políticos, las injusticias, los desaparecidos, la usencia de la republica.
Hoy podríamos permanecer cayados para evitar el riesgo de ser tildados de repetitivos, subversivos o panfletarios pero al hacerlo cometeríamos el mismo error de quienes cerraron los ojos frente a la barbarie nazi, o de quienes también cerraron los ojos frente a las fotografías de las victimas de napalm en Vietnam. Podemos repoblar nuestros ojos con estepas rosas y unicornios dorados para no mirar como el mundo se nos pudre en las manos; también podríamos dejar que en nuestras orejas crezcan flores lilas para no escuchar los ruidos del dolor humano. Podríamos intentar cerrar los ojos ante la memoria y afirmar que el 2 de octubre del 68 no existió, tampoco un jueves de corpus, un Acteal, un Atenco, una APPO, un ayotzinapa; podríamos también decir lo mismo que dijo un insigne poeta: “usted como yo, como muchos mexicanos, no es responsable — ni inductor, ni perpetuador, ni beneficiario – de la miseria de los indígenas y los pobres de México. Tampoco de haber olvidado su existencia”

Pero yo me pregunto: ¿en que nos convertiremos al deshumanizarnos? Sin duda Julio Grecco tendría razón al respondernos que seriamos solo “piojos de peluca”. “(…) los piojos de peluca son así/ capaces de morirse de hambre en la mitad de la belleza que no les da de comer/ pero ellos/ embellecidos por tanta belleza/ se empiezan a sentir otro animal/ un jilguerito/ tal vez (…)

A quienes la memoria aun nos funciona como un reloj rabioso, no olvidamos que el corazón camina y empuña aun que no tenga pies, ni manos, que a veces solitario busca justicia en la calles y que con un dedito va pintando sobre los muros “viva la lucha”, “viva el alma”, “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “nos faltan 43”, “desparecidos presentación”, “presos políticos libertad”

A quienes no cierran los ojos, gracias por escucharme

Atentamente

Prof. Damián Gallardo Martínez
Preso político y de conciencia.
CEFERESO N°2 de occidente

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